Los riesgos laborales a los que las mujeres trabajadoras están expuestas son en ocasiones neutros, es decir, no sensibles al género, mientras que en muchos otros casos, son diferentes a los de los hombres, y, por tanto, los daños sobre la salud también son diferentes.
Partiendo de esta premisa y centrándonos en la exposición de mujeres trabajadoras a riesgos laborales que no son neutros, se requiere de cambios en las estrategias preventivas. Los riesgos laborales son fruto de las características del empleo y de la tipología de los trabajos que se desempeñan.
Por otra parte, los daños sobre la salud más frecuentes en mujeres trabajadoras están relacionados con trastornos musculoesqueléticos, sintomatología relacionada con estrés, acoso y discriminación laboral, caracterizándose por ser procesos más crónicos que agudos.
En este sentido, las estrategias de prevención deben ir orientadas a proporcionar información y pautas adecuadas para reorientar las evaluaciones de riesgos e intervenciones preventivas, investigaciones y estudios de salud, con el objetivo de mejorar su eficacia, intervención
preventiva y vigilancia de la salud.