El término ictus, del latín golpe, se utiliza para describir las consecuencias de la interrupción súbita del flujo sanguíneo a una parte del cerebro (isquemia cerebral, el 85% de los casos) o de la rotura de una arteria o vena cerebral (hemorragia cerebral, el 15% de los casos).
Cuando la sangre no llega de una manera adecuada, la función de la parte del cerebro que ha quedado afectada se puede alterar de forma transitoria o permanente. De forma coloquial el ictus también se conoce como derrame cerebral, embolia, trombosis o apoplejía.
“El 80% del riesgo de un ictus se puede evitar con hábitos de vida saludables, como seguir una dieta sana y hacer ejercicio físico de forma regular, para reducir la obesidad y el consumo de tóxicos.” Xabier Urra Neurólogo
“Es una enfermedad complicada. Puedes tardar meses...años...en recuperarte, pero sales adelante. Es importante apoyarte en el equipo médico y en la gente que te rodea. Y, sobre todo, no perder el ánimo”. Quique Paciente
Una de cada seis personas tendrá un ictus a lo largo de su vida. Cada seis minutos se produce un ictus y cada 14 minutos muere un paciente por ictus en España. El ictus es la segunda causa de muerte más frecuente en el mundo. Es el responsable de más de 6 millones de muertes al año y, en España, la primera causa de mortalidad entre las mujeres.
El ictus es la principal causa de discapacidad física en personas adultas y la segunda causa de deterioro cognitivo. De hecho, es más incapacitante que todo el resto de enfermedades neurológicas juntas. Estos son los motivos por los que en los países industrializados los costes
directos en sanidad debidos al ictus son elevados y se espera que, a consecuencia del envejecimiento de la población, estas cifras aumenten en los próximos años.
Las actuaciones de diagnóstico precoz, identificación de síntomas iniciales y la implantación de medidas de prevención individuales y organizativas constituyen una herramienta eficaz para disminuir la incidencia del ictus.